Mano a mano con el Si!, los mellizos Kaulitz revelan secretos capilares, su corta historia y su gusto por la histeria.
Txt Silvia Maestrutti. Especial desde Los Angeles
Aunque es una meca rockera, las luces del club Avalon, en Hollywood, están encendidas y los asistentes toman agua. No hay pulseritas que liberen el acceso al bar, porque la audiencia está compuesta por menores de 21, la edad legal para beber alcohol en Estados Unidos. Sólo uno de los miembros de la banda que está sobre el escenario tiene ese permiso: Georg, el bajista. Y por un rasguño.
Las chicas son mayoría en la sala y no pueden (ni quieren) dejar de gritar durante todo el show del cuarteto alemán Tokio Hotel. "Nuestros fans están un poquito locos, pero para nosotros ninguna locura es suficiente. Nos encanta la gente que grita", le dice el cantante Bill Kaulitz (18) al Sí! en la intimidad de su hotel. Como siempre, los cuatro acuden a la entrevista, aunque Bill y su hermano Tom (18), acaparan toda la atención. Son mellizos. "Almas gemelas", alcanza a decir Georg Listing (21), fan de Oasis y cultor de una mirada lánguida y un mechón lacio sobre los ojos que parece enloquecer a las fans.
Son tan idénticos que durante el primario los obligaban a ponerse remeras con sus nombres. Pero sus looks no pueden ser más diferentes. "Hasta los 6 años nos vestían iguales, luego desarrollamos el amor por la música y cada uno fue adoptando el look de acuerdo a sus gustos musicales. A mí me gustan Placebo y Coldplay; a él, el hip hop", aclara el amistoso Bill. Tarda una hora diaria y un frasco de spray semanal en mantener ese esplendoroso peinado gótico.
Tom, en cambio, usa unos dreadlocks a medio despeinar, su infaltable gorrita de béisbol (en Los Angeles eligió la de los Dodgers), dos remeras superpuestas que le quedan tres talles más grandes y los pantalones baggy por la cadera. "Me encanta el hip hop alemán, que es como el inglés pero cantado en alemán", avisa el guitarrista. El baterista, Gustav Schafer (19), de rigurosa musculosa blanca durante el show, sólo abre la boca para aclarar que le gusta Metallica y que sabe que el fútbol de Argentina "es buenísimo". "Tenemos una familiar allá, una señora muy mayor que vive en una granja o algo así y que tiene caballos salvajes", dicen los hermanos Kaulitz al unísono. Creen que pronto van a poder viajar a Sudamérica. Basta que su base de fans crezca lo suficiente, como está haciendo en todo el mundo: llevan vendidos más de 3 millones de discos y son el mayor fenómeno de exportación alemán de los últimos veinte años. "No sé si somos héroes en Alemania, pero sí somos muy exitosos allá. Claro que hasta hace 3 años no nos conocía nadie, cantábamos con suerte para 50 personas", reconocen. La banda, formada en el 2001, sacó dos discos en Alemania y luego los compilaron en Scream (2007), su primer álbum en inglés. El público del Avalon les tarareó Monsoon, Scream, Ready Set Go y Rescue Me y eso es algo que ya dejó de sorprenderlos. El inglés de Bill es el más flojito de los cuatro pero no le impide ser la voz cantante. "Empecé a escribir música a los 7 años, ayudado por un teclado de esos que apretás un botón y sale el sonido del bajo y la batería. La verdad es que siempre fui muy perezoso para aprender a tocar un instrumento. Pero le mostraba los temas a Tom y él le componía la música en su guitarra". "Empezamos a tocar en público desde muy chiquitos y cuando teníamos 10 nos vinieron a ver Georg y Gustav y ahí formamos la banda", tercia Tom. "Es que ustedes sonaban increíbles", los adula Georg.
Hay un video dando vueltas por la Web que se llama Las 9 reglas para entrevistar a Tokio Hotel. Ellos dicen no haberlo visto. Una regla se repite mucho: Bill es el jefe. "Ah, sí, eso es verdad", confirma el cantante ante la risa del resto. En abril tuvieron que extirparle un nódulo de la garganta y eso lo dejó sin voz durante 10 días. "Fue muy cool porque yo escribía todo en un cuaderno y Tom tenía que venir conmigo a todas partes y hacer de intérprete. Luego hice 6 semanas de rehabilitación. Estoy bien, pero de los 26 shows de esta gira, sólo podemos hacer 10". Hace un par de años que apenas tienen dos semanas de vacaciones anuales entre giras que se llaman 1000 océanos o 1000 hoteles, sugiriendo que están siempre en movimiento. Aunque todavía no se pudieron dar el gusto de tocar en Tokio, como sueñan. O con los Rolling Stones. "Algunos fans nos siguen de ciudad a ciudad, es super cool", se maravilla Bill. Las chicas del Avalon no deben ser, porque sus padres las están esperando a la salida. Ellas se van más enamoradas todavía. En escena, Tokio Hotel se comporta como una banda de rock. Lindos, enérgicos, Bill, sobre todo, tiene un carisma increíble para acompañar el look y sabe cómo hablarle a una cámara: Cris Morena se babearía por ellos. ¿Disney rock? "Bueno, Georg se parece bastante a Tribilín, pero eso no nos convierte en Disney Rock. ¿Verdad?".
La edad de la inocencia
"Baladas, pop, rock. No es fácil encasillarnos", se autodefine al Sí! el cantante Bill Kaulitz. Por supuesto que el eclecticismo en el que dicen embanderarse es la personificación de la vanguardia. Los Tokio Hotel, tal como puede apreciarse en Scream (ahora reeditado en Argentina con cuatro extras y una versión del hit Monsoon en alemán) manejan un sonido sobreproducido y épico, como una versión glamorosa de la hipotética cruza de Linkin Park y Avril Lavigne. A veces cruzan (en cáscara de nuez) un río llamado "Nirvana", como en la obvia On the Edge. La pérdida de la inocencia es el gran tema en Scream: a no olvidar que esta banda de púber-rock lleva ya cinco años creciendo en público. Y su techo (comercial) aún no se divisa.
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